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¿Eres un ‘distrohopper’? Particiona en consecuencia

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Si nos sigues por alguno de los canales sociales de MuyLinux (Facebook, Twitter, Google+), que no de redifusión pura y dura (RSS, Telegram, correo electrónico), seguramente ya habrás visto el último meme que colgamos. Lo hacemos de vez en cuando, siempre en clave de humor, pero siempre con algún mensaje que todo linuxero capta al vuelo, coincida con lo que se dice o no.

«De Linux se dice que es para geeks, que es difícil… Tonterías. Lo peor de usar Linux es la tentación, la elección… el distrohopping» era el mensaje, acompañado por el meme de turno. Como he señalado, el humor es el leitmotiv de este tipo de publicaciones, pero os aseguro que lo pienso tal cual. Por mi propia experiencia y la de muchos de los linuxeros que conozco, resistirse a probar las novedades de una u otra distro, de uno u otro escritorio, es algo que cuesta bastante cuando el tema te apasiona.

Pero no llevemos el mensaje al extremo: evidentemente, lo peor de, hablando con propiedad, GNU/Linux, no es la diversidad…, o fragmentación, que de todo hay por ahí; son varios los aspectos a mejorar que nada tienen que ver con la libertad de elección y las alternativas existentes. Sin embargo, es cierto que mientras que muchos usuarios permanecen fieles a su distribución y escritorio, otros tantos sienten la imperiosa necesidad de saltar de flor en flor de manera indefinida. Son los conocidos como distrohoppers.

Los distrohoppers, incluso los más contenidos, y muy especialmente quienes no están muy experimentados en GNU/Linux, suelen encontrarse con un hándicap que termina por pesar: volver a configurarlo todo, mover archivos, dejarlo todo a su gusto una vez más, etc. Por un lado, parte de la gracia del distrohopping es toquetear el nuevo escritorio, la nueva distro; pero lo de mover archivos puede llegar a ser un sufrimiento para el usuario y para las unidades de almacenamiento.

Sobre este tema he leído últimamente opiniones y consejos de diferente índole, pero el que mi hizo reaccionar es el de compartir el home del usuario para ahorrarse reconfigurar y mover los archivos personales. ¿Se puede hacer? Sí. ¿Se debe hacer? En mi opinión, no. Lo explico desde el principio.

Particionando, que es gerundio

Supongamos que tenemos un disco de 500 GB en el que queremos instalar dos distribuciones con más o menos el mismo espacio para cada una. Las posibilidades son (obviamos particiones de arranque para simplificar):

  • Una única partición por distro de 250 GB solo para la raíz (/). No recomendada.
  • Dos particiones por distro: dos de 230 GB para el directorio personal (/home) y dos de 20 GB para la raíz (/). No recomendada.

Para los dos ejemplos siguientes supondremos que nuestro equipo dispone de 4 u 8 GB de RAM:

  • Dos particiones por distro: dos de 242 GB para la raíz (/) y dos de 8 GB para el espacio de intercambio (swap). No recomendada.
  • Tres particiones por distro: dos de 222 GB para el directorio personal (/home), dos de 20 GB para la raíz (/) y dos de 8 GB para el espacio de intercambio (swap). Recomendada.

A saber: crear una partición para la swap no es imprescindible, ni siquiera para hibernar el sistema; pero es muy recomendable, además de más fácil que usar otros métodos, y lo mismo se podría decir de separar el directorio personal de la raíz del sistema.

En cuanto al tamaño de las particiones, depende totalmente de las necesidades y posibilidades de cada usuario: habrá quien instale muchas aplicaciones y prefiera aumentar el espacio de la raíz, o al contrario, que apenas use unas cuantas y prefiera reducirlo; quien le dé más importancia al espacio de almacenamiento porque guarda montones de archivos; quien disponga de almacenamiento adicional… Por no hablar del tamaño de la swap, en discusión desde hace años. En resumen, cada usuario es un mundo en este aspecto.

Retomando el ejemplo recomendado y enfrentándolo a la práctica no recomendada de compartir espacios, surgen dos posibilidades:

  • Dos particiones por distro de 20 GB para la raíz (/) y dos de 8 GB para el espacio de intercambio (swap), más una partición compartida de 444 GB para el directorio personal (/home).
  • Dos particiones por distro de 216 GB para el directorio personal (/home), dos de 30 GB para la raíz (/) y una partición compartida de 8 GB para el espacio de intercambio (swap).

Si lo que buscamos es ahorrar o unificar espacio, ¿cuál sería la opción recomendada? En realidad, ninguna de las dos. Pero mientras que compartir swap funciona bien siempre que no lo quieras cifrado, compartir home es una fuente de problemas asegurada. Si tener instalados varios entornos de escritorio en el mismo sistema ya suele ocasionar defectos de rendimiento y estabilidad, compartir el home entre distros puede agravarlo considerablemente debido a la incompatibilidad entre archivos de configuración. En una frase: no lo hagas.

Y en este punto salta alguien que dice «¡pues yo lo hago desde hace años y me va fenomenal!«. A lo que yo respondo, «perfecto, pero permite que los pobres mortales nos lo montemos sin arriesgarnos«. Veamos por qué no hace falta guarrear con la que podría ser una configuración recomendada para dos distribuciones:

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  • Tres particiones por distro: dos de 55 GB para el directorio personal (/home), dos de 20 GB para la raíz (/) y dos de 8 GB para el espacio de intercambio (swap), además de una partición de 334 GB para datos.

En la partición extra de 334 GB situaríamos los directorios predeterminados de cualquier escritorio Linux, esto es, documentos, descargas, imágenes, música, vídeos, plantillas… Los que vayamos a utilizar. Después es tan sencillo como enlazarlos al home de cada distro reemplazando los por defecto. Así, cuando entres en una u otra distro, tus archivos personales estarán ahí, con excepción de los que dejes en el escritorio o la carpeta personal. Por pasos:

  1. Instalas la primera distro y particionas, asegurándote de montar la partición de datos.
  2. En la primera distro, borras los directorios predeterminados de la carpeta personal y los creas en la partición de datos. Los enlazas de vuelta.
  3. Instalas la segunda distro, asegurándote de solo montar la partición de datos (cuidado con volver a formatearla).
  4. Repites el segundo paso.

Ya está. Con eso nunca perderás tus datos, ni te tocará moverlos con cada nueva instalación.

Ahora bien, ¿qué pasa con aquellas aplicaciones que generan grandes cantidades de archivos de configuración, cachés, etc? ¿Será un home de 50 GB suficiente? Lo más probable es que no. Como ejemplo de ese tipo de aplicaciones, entornos de desarrollo, gestores de correo electrónico, Steam… El truco en este caso es revisar a fondo las opciones de cada aplicación, y de las mencionadas todas suelen permitir mover el directorio principal de base de datos a otra localización.

A modo de ejemplo real, el mío: en mi PC principal tengo tres unidades de almacenamiento, una SSD de 128 GB, otra de 256 GB y un disco duro de 1 TB. Mi particionado actual es el siguiente:

  1. En la SSD de 128 GB tengo un solo sistema con particiones para el arranque, raíz y home.
  2. En la SSD de 256 GB tengo dos distros instaladas con un particionado similar al anterior.
  3. En el disco duro de 1 TB tengo una partición para la swap y otra para datos de más de 900 GB para datos.

En la partición de datos almaceno mis documentos, imágenes, descargas, juegos de Steam, vídeos de Plex, máquinas virtuales, bases de datos de aplicaciones… y ahí lleva todo desde no recuerdo cuándo, por supuesto, con copias de seguridad regularmente. De manera que instalar un nuevo sistema me lleva minutos y la configuración no va mucho más allá, gracias también a la que mayoría de distros y escritorios los ponen muy fácil ahora.

Pero… ¿y qué pasa con esas aplicaciones específicas que te tiras rato personalizando y cuya configuración preferirías ahorrarte en cada reinstalación o cambio de sistema? En casos puntuales es buena idea adjuntar las carpetas de configuración oportunas a la lista de copias de seguridad, para tenerlas siempre a mano. Una cosa es compartir todo el home a lo bestia y otra hacerlo con delicadeza. Por ejemplo, yo suelo guardar mi configuración de tipos de letra, el historial de Bash, la configuración de VirtualBox (como Steam, también permite elegir el sitio donde se almacenan las imágenes de sistema, pero es conveniente conservar la configuración).

Pero… ¿y qué pasa si además de Linux usas Windows? Lo mismo, solo que la partición de datos la formatearías en un sistema de archivos que Windows pueda leer, preferiblemente NTFS.

Hasta aquí llego. Espero que este artículo se tome como lo que es, una recomendación de lo que considero son buenas prácticas, más que una guía estricta a seguir. Y si a alguien le sirve, pues mejor que mejor. Como se ve, el tema es complejo y da para debatir en direcciones muy distintas: diversidad y fragmentación, sistemas de archivos, tipos de particionado, seguridad… No cabe todo de una vez.

Estáis invitados a compartir vuestras «recetas» en los comentarios y si surgen más peros, a ver si entre todos podemos darles respuesta.

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