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El triste sino de la mensajería instantánea

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Leía esta mañana en Reddit que KDE Telepathy está muerto, a lo que alguien apuntaba que «buscando mantenedores» no significa «proyecto muerto». El autor del hilo dejaba caer entonces una cita bastante explícita que se resumiría en que KDE Telepathy está muerto, pero como si de un zombi de The Walking Dead se tratase, conservará sus funciones motrices hasta que se pudra del todo, o hasta que alguien lo alimente y le devuelva las fuerzas.

La cuestión es que, aun considerando las fechas en las que estamos, por las pocas respuestas a este asunto, apenas una persona parece usar KDE Telepathy. E inmediatamente he recordado la encuesta sobre el tema que publicamos el año pasado. No fue de las que más participación ha tenido, pero sirve para reflejar aunque sea sutilmente la realidad en la que vivimos: la mensajería personal es cosa de empresas. Como toda la vida.

Sin importar lo potente o versátil que fuese la aplicación de turno, la principal demanda de la gran mayoría de usuarios a lo largo de los años ha sido, primero soporte de Microsoft Messenger, después de Google Talk, después de Facebook Messenger… que aún se mantiene a la cabeza junto con el terrible WhatsApp. El resto, incluido Telegram, son notas sueltas en un panorama dominado por un solo acorde: Facebook.

Facebook Messenger y WhatsApp tienen cada uno más de mil millones de usuarios activos al mes. De ahí para abajo hay un poco de todo, según recogí en Un WhatsApp vs Telegram muy relativo, cuya lectura recomiendo porque me ahorra explicar varios puntos que voy a dar por sentados. Por ejemplo, el pragmatismo que impera en el ecosistema Open Source para con el soporte y difusión de proyectos que acercan servicios privativos al escritorio Linux.

pidgin

No te líes, Pidgin es el cliente de mensajería que nunca falla

La cruda realidad es que para mucha gente WhatsApp, Skype y demás son herramientas imprescindibles en su jornada. Punto. ¿Es triste? Pues sí, para qué engañarnos. Y no solo porque sean aplicaciones y servicios privativos, sino porque son incompatibles entre sí. Demos gracias de que el correo electrónico se inventó tiempo ha, porque si fuera algo nuevo tendríamos la misma situación absurda que padecemos con la mensajería.

¿Cómo hemos podido llegar a estos extremos? ¿Ha sido por culpa de sitios como MuyLinux, por no dar la tabarra noche y día con XMPP? Eso es increíble, literalmente. La guerra nunca se pudo ganar porque en el frente siempre han estado las aplicaciones, no los protocolos. O tal vez sí hubiera podido ganarse, si Facebook y Google hubiesen tenido la dignidad de poner por delante a los usuarios. Pero las empresas no actúan así.

Las empresas compiten y los usuarios tragan, voluntariamente en la mayoría de ocasiones. Otro recuerdo que me viene a la mente es sobre WhatsApp. Lo utilicé durante algo más de un año antes de que lo comprase Facebook, y me alegré de haber salido antes de que el gigante social tomase el control. Me equivoqué. No he vuelto a usarlo, pero Facebook ha hecho un buen trabajo cuando podía haberse limitado a rascarse el ombligo.

Tardé en subirme al carro, arrastrado por la creciente marea de usuarios, pero mi percepción inicial de WhatsApp fue de aprobación: no vendían tus datos a terceros y tras un interminable periodo de prueba, la suscripción era de menos de un euro al año. Lamentablemente, muchos usuarios clamaron al cielo y amenazaron con abandonar el servicio cuando se alertó que de que finalmente aplicarían el pago obligatorio. No llegó a suceder.

whatsapp vs telegram

WhatsApp vs Telegram, ¡ojalá fuera todo tan fácil!

Facebook apareció «al rescate» de WhatsApp y desde entonces la aplicación ha mejorado un mundo, especialmente en seguridad y privacidad. Hay que creérselo, sí, pero los datos son los que son. Por base de usuarios y cifrado, WhatsApp sería hoy por hoy el servicio de mensajería disponible más recomendable. Una lástima que no sea libre y descentralizado, porque entonces también sería el servicio de mensajería ideal.

Antes de dejar WhatsApp ya me había asentado en Telegram, con el que sigo. Y va de lujo. No tengo quejas, solo una lista de deseos que me encantaría que se cumpliese: más funciones, más adopción, más seguridad y privacidad, más libertad… Porque lo que en su momento consideré una gran oportunidad para la mensajería abierta, ahora se ha esfumado. Servidores adentro sigue siendo software privativo y esto es lo menos grave.

Incluso puede ser coherente que una organización que alberga datos de usuarios mantenga su infraestructura interna cerrada porque, al fin y al cabo, administra el servicio. Dicho de otro modo, las palabras se las lleva el viento y para trampear cualquier día vale. Yo no quiero que Telegram me asegure de palabra que no va a hacer un uso indebido de mis datos. Lo que quiero es que me asegure mediante tecnología verificable que no puede hacerlo.

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Telegram necesita de manera urgente cifrar de extremo a extremo todos los datos del usuario, al igual que ha hecho WhatsApp. Sin excusas que valgan. La función de chat secreto, que a estas alturas ni siquiera está presente en los clientes para PC, fue un parche interesante al principio. O sea que lo de WhatsApp hay que creérselo, pero lo de Telegram también. Por mucho que las aplicaciones sean de código abierto.

matrix

¿Por qué darle tantas vueltas? (Nada que ver un Matrix con el otro)

WhatsApp tiene supuestamente casi todo lo que se puede pedir en lo que respecta a seguridad y privacidad, pero es software privativo. Y Telegram, que en la parte importante es software libre, falla en el resto… siempre que obviemos la opinión de unos cuantos expertos en seguridad que tiene fundamento y réplicas. Por cierto, Viber se ha puesto al nivel de WhatsApp en este aspecto, con la misma «pega».

Sin embargo, ninguna de las aplicaciones mencionada u otra de entre las más populares cumple con el tercero de los requisitos elementales para hacer de ella una solución universal: descentralizar el servicio, lo que se traduce en que el código de todo lo que se mueva en el servidor también debería ser libre. En síntesis: software libre, cifrado en el lado del cliente y descentralización con la posibilidad de federación.

Por supuesto, existen aplicaciones que cumplen con todos los requisitos, pero nadie las usa. Así a bote pronto, hace unos días que leí en SystemInside acerca de Actor, un fork de Telegram que está arrancando y que pinta fenomenal. ¿Llegará a algo? Ojalá me equivoque, pero tengo serias dudas tal y como está el patio. A lo sumo habrá alguna organización que alcance a beneficiarse, si es que el proyecto prospera.

Y en esas estamos. Hay servicios y aplicaciones de mensajería a paladas, y siguen saliendo. Bienvenida sea la competencia. Pero esto si que no es diversidad, es fragmentación de la peor. ¿Alguien le encuentra el sentido? Porque yo no. Para comunicarme por teléfono o correo electrónico solo necesito un número y una dirección, que son los mismos datos que necesito para chatear. Eso sí, con una aplicación específica.

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