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Ubuntu, ¿el catalizador de GNOME?

Ubuntu GNOME

La semana que viene se cumplirán tres años desde que Canonical nos dio el mayor disgusto que podía darnos: el abandono de la movilidad, la convergencia y Unity, propiciando el regreso de GNOME como entorno de escritorio de Ubuntu. Lo malo no fue esto último, sino lo anterior; pero no hay mal que por bien no venga, que se suele decir.

El disgusto, decepción si se prefiere, es comprensible, porque si Canonical daba al traste con todo el trabajo que llevaban hecho, solo podía significar una cosa: el escritorio ya no era el objetivo. Por suerte, el acabose no se materializó como algunos se temían y la distribución se ha mantenido con muy buena salud como el referente del escritorio Linux.

Además, si el cambio benefició a Canonical por todo lo que se han ahorrado en desarrollo, GNOME también se ha llevado lo suyo y desde que volvió a ponerse al frente de Ubuntu, el escritorio ha ofrecido sus mejores versiones hasta la fecha. Algo por otro lado normal, pues así funciona el software por lo general: las nuevas versiones mejoran a las anteriores.

Pero, como os podéis imaginar, no me refiero solo a que GNOME sea ahora un escritorio más completo y pulido, sino a la mejora que ha experimentado en cuestión de rendimiento, su talón de Aquiles desde que se completó y pulió, valga la redundancia. En otras palabras, una vez el escritorio comenzó a ser ‘usable’ por el común de los mortales, algo que yo diría que sucedió a partir de GNOME 3.18 en adelante, se fueron mostrando las costuras que quedaban por hilar.

De esa versión a GNOME 3.28 el escritorio mejoró un mundo, pero los problemas de rendimiento se acusaron más si cabe. La infame pérdida de memoria de GNOME Shell supuso tan solo un ejemplo extremo de los mismos, los cuales han sido una constante desde entonces.

En otros artículos de opinión ya nos expresamos al respecto: en GNOME Shell: innovación la justa, solvencia garantizada yo mismo reconocía que el escritorio está a muy buen nivel, y prefiero KDE Plasma de aquí a Lima; mientras que mi compi Eduardo Medina, cuyo gusto va a la inversa, incidía en los desafíos de GNOME: eficiencia y optimización.

Así las cosas, si las sucesivas versiones de GNOME han tenido un denominador común no ha sido otro que el de las continuas mejoras de rendimiento: GNOME 3.30, GNOME 3.32, GNOME 3.34… En todas se destacaban las mejoras de rendimiento y no con tibieza, sino de manera fehaciente; y sin embargo, las quejas se seguían dando y siempre parece quedar algo más por hacer. Lo cual también es normal en cierto sentido: la optimización no tiene límites.

Y así llegamos al lanzamiento de GNOME 3.36 el pasado 11 de marzo, en el que de nuevo se destacaban las mejoras de rendimiento. De entonces data este hilo de Reddit en el que un usuario del escritorio se declara entusiasmado por cómo se nota el cambio. Por supuesto, la discusión se dispara con centenares de comentarios.

Uno de los más votados comenta que «la vuelta de GNOME a Ubuntu podría ser una de las mejores cosas que le ha pasado a GNOME 3«, a lo que alguien identificado como parte del equipo de GNOME le recuerda que hay otra gente trabajando en el escritorio que también ha hecho mucho por este asunto. Y el interpelado lo reconoce, «pero para ser justos, nunca sentí que el rendimiento fuera la prioridad de nadie en GNOME hasta que Canonical entró hace dos años y medio y cambió el escritorio de Ubuntu de nuevo a GNOME».

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«Cierto, Canonical puede haber sido el catalizador, y merecen todo el crédito por crear el entusiasmo, pero en ese punto debemos celebrar que la comunidad se está uniendo para mejorar las cosas. ¿Por qué apuntar a un actor de manera consistente durante tres lanzamientos seguidos en ausencia de todos los demás? Un equipo trabaja en conjunto y todos merecen el crédito», le replica el miembro del equipo de GNOME. No le falta razón en nada de lo que dice.

No obstante, también hay que reconocerle el mérito a Canonical y que lo hagan desde GNOME, aunque sea en una discusión perdida, es un gesto loable. Por sus propios intereses, los mismos que mueven a Red Hat o a cualquiera que colabore con GNOME, Canonical ha ayudado a mejorar el rendimiento de GNOME considerablemente y el empeño se mantiene vigente. Es lo que es, que diría un mafioso.

Yo incluso iría un poco más allá, y es que no sé si sin la entrada de Canonical y Ubuntu en el juego, se habría avanzado tanto en tan poco tiempo. «La comunidad de GNOME tendría que ceder ante Ubuntu«, sostenía mi compi Medina poco después de que la compañía anunciase su cambio de rumbo y, en otros términos, yo apuntaba tiempo después a que «el reencuentro con Ubuntu le podría sentar muy bien a GNOME«, como así se ha demostrado.

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