Con el invierno a punto de terminar, no estarás pensando en hacer una «limpieza de primavera» a tu sistema, ¿verdad? Porque si es el caso, BleachBit te puede venir muy bien y acaba de lanzar nueva versión.
En efecto, esta noticia debería tratar de BleachBit 2.0, pero como hace mil años que ni siquiera mencionamos esta aplicación, te ponemos en antecedentes: BleachBit es un «limpiador de sistema» al estilo del popular CCleaner, con la diferencia de ser software libre que además de para Windows está disponible para Linux, donde goza de un gran soporte en lo que a «cosas» específicas de Linux se refiere.
Conforme a la descripción de su página oficial, «BleachBit puede liberar caché, eliminar cookies, borrar el historial de Internet, triturar archivos temporales, eliminar registros y descartar basura que no sabías que estaba allí», e «incluye características avanzadas como triturar archivos para evitar la recuperación, o borrar el espacio libre en el disco para ocultar los rastros de archivos eliminados por aplicaciones», entre otras.
Por su parte BleachBit 2.0 incorpora mejoras como soporte para arrastrar y soltar archivos directamente sobre la aplicación, soporte para limpiar los logs de systemd y para Debian, Ubuntu y derivadas, soporte de PoliciKit. Una lista completa de sus novedades se puede ver en el anuncio oficial; mientras que en la sección de descargas ya hay paquetes listos para varias distribuciones, aunque si no te importa usar una versión anterior para probar, en los repositorios la encontrarás.
A tener en cuenta: BleachBit es una herramienta muy interesante, siempre que se utilice bien. Por defecto funciona en «modo usuario», pero es posible ejecutarla con privilegios de administrador, de manera que la limpieza sea más profunda. Por eso es importante configurarla bien y fijarse aún mejor en las opciones que se marcan (la propia aplicación alerta cuando se toca algo delicado, pero conviene prestar atención igualmente).
Hay quien considera a BleachBit y software de su categoría como algo potencialmente peligroso en manos inexpertas, pero no por ello vamos a dejar de hacerle un hueco, volviendo a advertir aquello de «tomar con precaución» (o sea, leer lo que pone en pantalla y asegurarse de haberlo comprendido, antes de tocar nada). Y recuerda: cada vez que un linuxero borra el historial de Bash, muere un pingüino. No lo hagas.